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LIBERTAD EN LA JAULA. La Ilusión del Pensamiento Crítico en la Escuela



Sherly Osorio, Carlos Borja y Amilkar Brunal

Donde hay poder hay resistencia al poder
Foucault (1926-1984)

“En un día cotidiano de clases, un estudiante sintió deseos de ir al baño[1], por esta razón se acercó al profesor a solicitarle el permiso (en vez de salir sin tener que pedirle permiso a nadie), el docente se lo negó, basado en el protocolo que deben acatar los docentes en la Institución para mantener el orden y la disciplina. El chico aceptando la norma, se devolvió a su puesto, sin embargo seguía sintiendo la necesidad inmediata de ir al baño, que se iba haciendo más apremiante, a medida que pasaban los segundos. A pesar de conocer las normas de la Institución, decidió empezar a replantearlas en su cabeza y fue a hablar nuevamente con el profesor, apelando a su empatía, viera la expresión de angustia y pánico en su cara, hiciera una excepción y lo dejara ir, mostrando algo de compasión -como una esperanza-, porque ya no aguantaba más. Acto que resulto igualmente fallido, ya que el docente con halo de autoridad (¿quizás con toda la seguridad que da el poder?), le enfatizo que no podía salir hasta que timbraran para el cambio de clases (la conductista Campanita de Pavlov[2], que acompaña la Escuela desde hace un tiempo y se niega a dejarla).
El muchacho obedeciendo la figura de autoridad –no a su cuerpo-, se devolvió lentamente a su puesto, casi que arrastrando sus pies, con más resignación e impotencia que antes, en esos microsegundos ya no angustiantes sino dolorosos, pensando quizás en lo absurdo de ciertas normas escolares; si estuviera en su casa, un centro comercial, un restaurante, no tendría este dilema, esto lo alivio un instante, pero como sus intestinos no saben de manuales de convivencia (y si lo saben les importa poco, en verdad, tienen que lidiar con otras materias más fecales que académicas), las tripas -desobedientes-, solo hacen lo que consideran es su función, recordándole con una dolorosa punzada en el bajo vientre, que no iban a esperar más. La cara del estudiante palideció, miraba para todos lados, apretaba sus puños, aguantaba la respiración, quería agacharse, esconderse, huir[3], ya no iba a funcionar la reflexión, ni la obediencia, ni la razón, ni el respeto, ni los pensamientos sobre la moral, los valores supremos, ni ideales universales… ¡nada servía ya! Era inevitable lo que ocurriría… Comprendió fatalmente, que en las ocasiones en la que su dignidad y derechos sean vulnerados se hace legitima la desobediencia (Kohlberg[4]).
Sus ojos se aguaron, empezaron a brotarse, no solamente por el esfuerzo de contenerse, sino del pavor al pensar que podría hacerse en sus pantalones delante de sus compañeros, en pleno salón y que, de ahí en adelante seria la burla constante y repetitiva (ahora llamada hostigamiento escolar, de acuerdo con la Ley 1620 de 2013[5]) entre sus pares durante todo el año, si contaba con suerte, y no terminaría hasta que se graduara, incluso lo seguiría a lo largo de su vida cuando se reencontraran o recordaran con risotadas, que Pérez se había cagado en plena clase de Matemáticas.
Varios compañeros cercanos comenzaron a sentir un hedor desagradable y giraron sus cabezas buscando el origen, dirigiéndola coordinadamente hacia un punto del salón, donde estaba sentado este compañero de ellos, casi que inmóvil, con cara de “trágame tierra” -el “miedo de no ser más lo que somos: vivos”- (Esposito, 2003:54, citado por Gómez Montañez, 2010) y asociando que de ahí emanaba, el desagradable olor a caño, que solo sentían en los baños del Colegio…
El profesor simplemente esparció un poco de ambientador que tenía guardado en uno de sus cajones y continuo su clase.
A través de un caso cotidiano y típico -tal vez-, ocurrido en un colegio, en alguna ciudad, que podría servirnos aquí como un caso de dilema moral, tanto para el estudiante que lo vivió, entendiendo desde su metacognición que estaba en tal situación, entre sus pensamientos y su cuerpo, sus deseos y su autorregulación; así como para explicar acerca del biocontrol (referenciando el concepto de biopolítica[6] de Foucault, citado por diversos autores) que se ejerce actualmente –en todo el mundo- en unos casos, sutil e imperceptible en los países que se jactan de tener librepensadores y sociedades con autonomía, y en otras latitudes, más hacia el sur, donde este poder opresivo sobre los cuerpos es bastante evidente (por no decir descarado) y se materializa en las escuelas también.
Que decir de lo anterior, es una situación común ¿o atípica? en las escuelas, es una nimiedad, una cotidianidad insignificante que no serviría como ejemplo de temas analizados con más profundidad, recurriendo a con dilemas morales más elaborados, desde donde se mira el “problema” del pensamiento crítico en los estudiantes. Son los colegios, al igual que las prisiones, hospitales, psiquiátricos, correccionales, entes de opresión, Instituciones modernas que practican políticas de encierro y clausura frente a la espontaneidad de la vida (Foucault, 1976). Uno de los temas importantes de Nietzsche, en Foucault, es la problemática del cuerpo como receptor de disciplinas y base fundamental de los dispositivos de saber-poder (Aguilera Portales, 2010).
Antes de seguir con la reflexión, es necesario dar una sencilla definición de pensamiento crítico; en Internet se encuentran innumerables paginas que hablan sobre este término, para que sirve, como potenciarlo, como activarlo y desarrollarlo en las escuelas, con muchas recomendaciones que no se mencionaran aquí. El término pensamiento es un sustantivo -construido a partir del verbo pensar-, con diversidad de significados, puede entenderse de varias maneras: Facultad intelectual; ideas discursivas; autoconciencia creadora; y reflexión con base en la cual proceder[7]. Su semántica engloba tanto la actividad productiva como su producto, significando intelecto, razón, idea y juicio. En tanto el término crítico -del griego kritikos, latinizado como criticus- puede acotarse a toda acción o arte de juzgar o problematizar (Saladino García, 2012). Este mismo autor lo conceptualiza así:
“Todo planteamiento intelectual producto de análisis, interpretaciones y problematizaciones racionales acerca de las manifestaciones de la realidad, sus fenómenos, situaciones e ideas, para generar cuestionamientos, juicios y propuestas orientadas a la promoción de cambios y transformaciones en beneficio de la humanidad” (p. 2).
La entropía[8], aportando desde la física, podría explicar el pensamiento crítico como un caos organizado, un absurdo, una utopía necesaria en la escuela. En el cual el arte, en sus diversas manifestaciones, constituye la actividad con que el ser humano se opone mas “enérgicamente” a la entropía (s.f). Este aspecto se retomará mas adelante.
Siguiendo con la cuestión, publicar (El Educador[9], 2008) que “el pensamiento crítico es autodirigido, autodisciplinado (Paul, 1992, citado por Serrano, 2011), autorregulado y autocorregido, sometiéndose a rigurosos estándares de excelencia y dominio consciente de su uso; gracias al cual los estudiantes son capaces de defender y justificar sus valores intelectuales y personales, ofrecer y criticar argumentos, apreciar el punto de vista de los demás; de esta manera se prepara individuos para que gocen de una vida productiva, responsable y armoniosa”, creo que apoya la critica -precisamente- sobre la ilusión que se utilice el discurso, para hacer creer sobre la transformación del individuo y de la comunidad escolar, en este caso; cuando en realidad es lo contrario. Preferimos quedarnos con esta corta definición: “Por Pensamiento Crítico entendemos aquella facultad intelectual que posibilita la problematización del conocimiento y la acción para la emancipación” (Rodríguez Reyes, 2016).
Este es un ejemplo de cómo el pensamiento crítico se vuelve cliché en el discurso de educadores y directivos docentes, a pesar de todo el tiempo que ha pasado, las nuevas experiencias de la Educación que apuntan a una Escuela nueva y activa; no aquellos colegios en los cuales la heteronomía se pasea con naturalidad por los corredores y permanece en los salones, de las Instituciones Educativas que están condenadas a quedarse en el siglo XIX, con estudiantes del siglo XXI que hablar o implementar su pensamiento crítico es prácticamente un absurdo. Creemos ser colegios liberadores, pero continuamos publicando Manuales de Convivencia y Mallas Curriculares, que, exigiendo unos mínimos en el cumplimiento de estándares de aprendizaje, que en teoría, promueven y alientan en sus estudiantes el librepensamiento, la autonomía, la crítica moral, la libertad; sin embargo en contravía a esto todo, se ha dicho: “ya existen las verdades absolutas”, del buen estudiante solo se espera la obediencia sin cuestionamientos.
La escuela dice preparar para la vida, pero en verdad prepara para servir y perpetuar todo tipo de sistema (Económico, Político, Religioso, Educativo) que tiene como función el control social. Por esta razón es relevante hacer la pregunta: ¿buscamos que los estudiantes sean “buenos” ciudadanos que acaten, cumplan y le sirvan al sistema? Sigan alimentándolo (haciendo referencia a Matrix[10], 1999), o siendo coherentes con una de las herramientas del pensamiento crítico, que es la duda: los animamos a cuestionar los sistemas en los que se encuentran inmersos, a observarlo desde afuera y a pensar en otras posibilidades de existencia más equitativa[11] para que sean ellos quienes decidan conscientemente si quieren seguir haciendo parte de este sistema; si se requiere transformarlo, destruirlo –incluso la Escuela-, dando origen a otras formas que permitan maximizar el desarrollo humano y evolucionando.
Algunos se escandalizarán y defenderán que no se puede acabar con las escuelas, que no es cierto que en estas no se promueve la autonomía, ni que se mueven bajo un sistema de control y opresión que ya quedó relegado al siglo XIX, y los estudiantes están en pleno siglo XXI decidiendo su educación.
Resulta que estos mismos estudiantes, se han creído el cuento que nosotros como maestros le hemos contado sobre ser autónomos, ellos mismos creen que la obediencia se debe a que “autónomamente” la han elegido sin darse cuenta de que han sido programados desde la escuela para obedecer y que todo cuestionamiento que hagan se percibe como falta de respeto a la autoridad.
Entonces, ¿qué tan real es la autonomía en los Colegios?, donde priman los Manuales de Convivencia (muchas veces más inquisitivos que transformadores), se les exige la obediencia y el respeto a la norma, dejando muy poco espacio para que sean libres pensadores. Mientras en la Escuela se exhiban como pergaminos, estándares y currículos rígidos, pero bien elaborados, manteniendo la fachada de indicadores de calidad, apegándose a las instrucciones gubernamentales[12] (Foucault, 1976). No será posible enseñar a pensar críticamente porque ni siquiera a los docentes les es permitido pensar críticamente (Ese es un privilegio que se da siempre y cuando su pago o estabilidad laboral no se vean amenazados). Ya Freire (1970) en su libro Pedagogía del Oprimido, había escrito acerca de la educación libertaria, en la que se proponen relaciones horizontales con el propósito de liberarse de relaciones de poder opresoras, sin embargo, lo típico es encontrar en la Escuela, relaciones verticales en la que no se reconoce al otro como par, por ende -no para liberar su pensamiento-, se construya un legítimo dialogo de saberes, ¿Por qué? ¿Acaso, se podría aprender de alguien inferior?
Para Hilario (2015) las relaciones de poder en la educación se muestran en la autoridad que ejerce el docente sobre los estudiantes, el maestro es el modelo, el ejemplo a seguir, tiene el poder absoluto y la autoridad máxima, el estudiante tiene que obedecer lo que le imponga el maestro, a través del castigo físico/psicológico/verbal (aun), la obediencia y el sometimiento.
A pesar de que, en la Escuela se intenta “promover” la autonomía, la realidad es que lo que prima es la heteronomía (Piaget, 1948) señalo la importancia de esta, como proceso previo para poder desarrollar la autonomía. Es así como en los primeros años es indispensables que la heteronomía este presente, el problema radica en que rara vez los adultos alcanzan un alto nivel del desarrollo de la autonomía (con frecuencia no alcanzamos la mayoría de edad moral). Seguimos si superar a Piaget, respecto a las etapas/periodos del desarrollo cognitivo (Teoría Constructivista del Aprendizaje) que influyen en la formación de mentes que sean más críticas, porque los estudiantes se quedaron en el borde de las operaciones formales, sumándole que muchos educadores, llegaron a simplificarlas, olvidando la finalidad de la última etapa (Castilla Pérez, 2013:25), por resultar más conveniente con la obediencia y no cuestionar lo que reciben en el aula. Que es igual que rociar con perfume al niño que huele mal, volviendo al caso del comienzo del escrito.
Para que exista un verdadero pensamiento crítico se debe replantear la estructura actual de la escuela (incluso como edificio, paredes y estructuras de concreto). Presumiendo que lo que impide el aprendizaje significativo son las prácticas de enseñanza de la escuela, sus metodologías y acciones docentes actuales, las mallas curriculares, los planes de estudio, los proyectos transversales y demás, que buscan desarrollar las diversas competencias y capacidades de las y los estudiantes, pero implícita e inevitablemente, también desarrollan relaciones de poder y dominio (Hilario, 2015), salvo contadas excepciones de escuelas nuevas, con metodologías y pedagogías “novedosas” por lo “liberadoras”, pero que de forma imperceptible se mantiene la dominación.
¿Qué significa ser libre en la Escuela? Según Kohlberg (Hersh, 2012:82) los estudiantes con principios morales, percibiendo que los directivos y rector, atentan contra su libertad, pueden hacer protesta contra una norma, sin que quieran romper las leyes, a menos que atenten contra derechos básicos de la vida (por no ir al baño, tengan afectación de su salud, su pudor, su integridad, su imagen pública[13]), se ven obligados a hacer un acto de desobediencia civil, como resistencia, si consideran que son normas injustas. La autonomía es ser y permitir ser al otro, cuando los acuerdos afectan la dignidad y los Derechos Humanos, ya dejan de ser acuerdos para volverse imposiciones que llevan a dictaduras escolares disfrazadas de libertad, heteronomías disfrazadas de autonomía.
Dirá la comunidad escolar… ¿Qué hacer entonces? Pues con solo un estudiante de todo el Colegio que quiera cambiar el sistema, que desee con vehemencia, y lo demuestre a través de la desobediencia –como raíz del pensamiento crítico-, podemos darnos por bien servidos. Los resultados no se darán a corto, ni mediano plazo, pero hacia un futuro lejano, veremos el resultado de estas pequeñas acciones aisladas. Esta fugaz esperanza, se ampara en lo que afirma Aguilera Portales (2010:40) sobre el “redescubrimiento del sujeto”, que se resiste al poder tecnocrático[14], inmerso en una sociedad que se libera de las distintas formas de dominio, de una mentalidad colectivista y gregaria. Esta sociedad libre y mejor, no tiene más alto logro que posibilitar la aparición de individuos mejores, autónomos e independientes (Tourane, 1994:169). Así sea uno solo.
Preguntaran, ante tal dilema, si en verdad queremos iniciar el camino hacía un verdadero pensamiento crítico, debemos empezar por nosotros mismos cuestionando si esta es la mejor forma de generar aprendizajes o si es necesario establecer otra forma de escuela en la actualidad para el futuro. De la misma manera se hace necesario que como maestros hagamos uso del método Socrático Mayéutico, permitiendo que el estudiante cuestione (reafirmando que la duda es la base del pensamiento crítico) y así lleguen al descubrimiento del conocimiento por sí mismos.
Para que realmente se desarrolle el pensamiento crítico en la escuela hay que estimular a los estudiantes a criticar la misma escuela, sin represarías, alejados de las calificaciones, que son en sí mismas “dispositivos de miedo”, instrumentos de control, coacción y sumisión. Para que el pensamiento crítico tenga lugar en la escuela, es necesario trascender la instrumentalización de la educación, frente al pensamiento crítico como falacia de autonomía en la Escuela, con el discurso actual frente a esto -como un instrumento de control estatal-, que en realidad es un absurdo, porque a los estudiantes se les dice que piensen y reflexionen sobre la Escuela, pero en realidad lo que deben aprender es a someterse al sistema, no hacer resistencia ni ser desobedientes porque se convierten en estudiantes con problemas convivenciales...
El maestro debe trasmitir el sentido de la educación y la relevancia de esta en el trayecto de vida de cada estudiante. Ya que políticas como el Decreto 230[15], hace que muchos estudiantes se sientan desmotivados por el aprendizaje, en palabras de ellos: “para que estudiar si con esfuerzo o sin esfuerzo todos pasan”. Ante esta realidad los profesores debemos mantener la esperanza, porque aún con solo un estudiante que decida escuchar, este puede hacer el cambio. Los resultados no se darán a corto, ni mediano plazo, pero hacia el futuro, veremos el resultado de estas pequeñas acciones que se pueden hacer hoy.
Si deseamos ser maestros críticos, tenemos el compromiso de sembrar la duda en nuestros estudiantes, Con un solo estudiante que piense diferente, autónomamente, se abrirá un mundo de posibilidades que le acercaran a un mayor conocimiento y entendimiento el cual se multiplicara hasta convertirse en una masa crítica que transformara positivamente, generando ideologías colectivas que aporten a procesos evolutivos nuevos. Debemos, además, sembrar en él la duda, como la impusieron los filósofos de la sospecha, autónomamente, que se diga: “qué tal si…” Este estudiante que sabe que posee la voluntad como una facultad de la libertad.
¿Una respuesta al verdadero pensamiento crítico en los estudiantes, es el arte, como liberador?
Respondiendo esta cuestión, gran parte de la fundamentación teórica que parte de la idea de emancipación intelectual, hay un texto en blog sobre esa conformación de ideales (Virguez, 2018), que se referencian dentro de la bibliografía escrita y audiovisual (2 videos) al final del texto.



Referencias
______(s.f). Entropia, caos y orden. Recuperado de: http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lap/carmona_c_dc/capitulo1.pdf
Aguilera Portales, R. (2010). Biopolítica, Poder y Sujeto en Michel Foucault. Universitas Revista de Filosofía, Derecho y Política, No. 11. Recuperado de: http://universitas.idhbc.es/n11/11-03.pdf
Borja, C. (2012). Desarrollo Moral y Convivencia. Una aproximación desde la propuesta de las comunidades justas. Ponencia presentada en el Congreso Distrital de Orientación en octubre de 2012. Bogotá. Recuperado de: http://orientacioneducativacol.blogspot.com.co/2014/07/una-aproximacion-desde-la-propuesta-de.html
Carvajal, D. (2012). Dispositivos del miedo y posibilidades de resistencia político-corporal. Revista Latinoamericana de Ensayo, Critica.cl, Recuperado de: http://critica.cl/filosofia/dispositivos-del-miedo-y-posibilidades-de-resistencia-politico-corporal
Castilla Pérez M. (2013). La Teoría del Desarrollo cognitivo de Piaget aplicada en la clase de primaria. Trabajo Fin de Grado, Universidad de Valladolid, Facultad de Educación de Segovia. Recuperado de: https://uvadoc.uva.es/bitstream/10324/5844/1/TFG-B.531.pdf 
Congreso de Colombia (2016). Ley 1801 del 29 de julio:  Código Nacional de Policía y Convivencia. Bogotá.
Foucault, M. (1976). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Traducción de: Aurelio Garzón del Camino. Primera edición, Siglo XXI Editores. Buenos Aires, Argentina.
Gioroux, H. (1990). Los profesores como intelectuales. Hacia pedagogía critica del aprendizaje. Editorial Paidós. Barcelona, España.
Gómez Montañez, C. (2010). Por una biopolítica afirmativa del exceso. Tesis de grado presentada como requisito para obtener el título de Magíster en Filosofía. Pontificia Universidad Javeriana Facultad de Filosofía, Bogotá. Recuperado de: file:///E:/IDEP/PENSAMIENTO%20CRITICO/Por%20una%20biopolítica%20afirmativa%20del%20exceso.pdf
Hersh, H., Reimer, J., y Paolitto, D. (2002). El crecimiento moral: De Piaget a Kohlberg. Traducido al español por Carmen Fernández, Narcea S.A. de Ediciones, Madrid, España.
Hilario, K. (2015). La teoría del poder de Foucault en el ámbito educativo. Horizonte de la Ciencia 5, Lima, Perú. Pp. 127-133.
Lesper, A. (2016). El fraude del arte contemporáneo. Editorial Libros Malpensante. Bogotá, Colombia.
Martell, F. (2011). Cultura Mainstream, como nacen los fenómenos de masas. Editorial Taurus. Madrid, España.
Ministerio de Educación Nacional (2013). Ley 1620 del 15 de marzo: Sistema Nacional de Convivencia Escolar y formación para el ejercicio de los Derechos Humanos, la Educación para la Sexualidad y la Prevención y Mitigación de la Violencia Escolar. Bogotá.
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Ranciere, J. (2010). La noche de los proletarios, archivos del sueño obrero. Editorial Tinta Limón. Buenos Aires, Argentina.
Ranciere, J. (2010). El espectador emancipado. Editorial Manantial. Buenos Aires, Argentina.
Ranciere, J. (2013). Conferencia: Que es la emancipación intelectual. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=4Y_KwkAnjac
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Saladino García, A. (2012). Pensamiento Crítico. Universidad Nacional Autónoma De México, Instituto De Investigaciones Sociales. Recuperado de: http://conceptos.sociales.unam.mx/conceptos_final/506trabajo.pdf
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Varios Autores (2010). Documento No. 16: Orientaciones Pedagógicas para la Educación Artística en Básica y Media. Ministerio de Educación Nacional.
Varios Autores (2012). Proyecto Educativo Institucional (PEI). IED Marco Fidel Suárez. Bogotá.
Varios Autores (2015). El impúdico brebaje los cafés de Bogotá 1866 – 2015, Editorial IDPC.
Virguez, Y. (2018, septiembre 19). Comunicación personal. Director Libreta de Bocetos, Blog: https://nodoartes.wordpress.com/author/yhonathan/


[1] Como puede sentir, en algún momento, cualquier estudiante en clases.
[2] Haciendo referencia al condicionamiento clásico fue descubierto por el ruso Ivan Pavlov a principios del siglo xx.
[3] Este miedo, escape, huida y paralización, de las que habla Hobbes en sus obras (Citado por Carvajal, 2012).
[4] No fue como tal “Desobediencia”, como un cambio en el orden dado, sino obediencia de una forma nueva, es decir consigo mismo y sus necesidades básicas apremiantes, en este caso ir al baño (Hersh, 2002:61).
[5] Sobre convivencia escolar, principalmente.
[6] Cuando el Estado comienza a ejercer su soberanía sobre los cuerpos y despliega lo que puede denominarse una “tecnología de la seguridad biológica” aplicada sobre el cuerpo, y a su vez, sobre el conjunto de la población (Aguilera Portales, 2010:33).
[7] Definición ultima, que apoya el propósito actual del presente escrito.
[8] Clausius Rudolf Emmanuel (1865), introduce el termino como la formulación matemática de la segunda ley de la termodinámica; definida como “progreso para la destrucción” o “desorden inherente al sistema” (
[9] Pensamiento crítico, en Revista El Educador No. 16, noviembre 2008, Grupo Editorial Norma.
[10] Película futurista dirigida por Andy y Lana Wachowski, que muestra como los humanos coexisten en dos realidades: una que consiste en la vida cotidiana, denominada Matrix y otra de trasfondo, representada por los habitantes de Zion, que se han liberado.
[11] Retomando el mito de la caverna de Platón donde se cuestiona la realidad tal como se ve, pensando en la posibilidad de que lo que se observa es tan solo la sombra de lo “real”. 
[12] Con sus usos disciplinarios: manicomio, cárcel, cuartel, hospital, fábrica, escuela, correccional, universidad, etc. Lugares en los que se entra para ser clasificado, vigilado, medido, normalizado, curado, reprendido, formado, conformado, reformado, castigado, convertido en miembro forzoso (Foucault, 1976).
[13] Como agravante para el estudiante, que ante la Ley 1802 de 2016, del Nuevo Código de Policía: "realizar necesidades fisiológicas en el espacio público" (Artículo 140, inciso 11), si nos apegamos a la ley, los padres tienen que pagar $780.000 de multa por esto, la Ley es la Ley.
[14] Tourane, se refiere a la importancia de la obra de Foucault, desde su visión puramente crítica, en este redescubrimiento.
[15] Por el cual se dictan normas en materia de currículo, evaluación y promoción de los educandos y evaluación institucional (MEN, 2002).

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