Escribir, siempre ha sido para mí, un ejercicio muy difícil de enfrentarme con la página en blanco, necesito siempre un chispazo de inspiración, una pregunta, una inconformidad, un sentimiento que me mueva a expresar mi punto de vista, generalmente opuesto al de la mayoría. Al empezar un escrito, empieza una cierta angustia existencial hasta terminar una versión medianamente inteligible que nunca está totalmente terminada. Parece que pienso más rápido de lo que puedo escribir (basta con mirar mi letra al escribir a mano). Escribir es un reclamo de la vida, es un reclamo a mí mismo. Escribir es un micro parto, un dolor placentero. No es un acto para buscar aplauso, o seguidores, o para buscar publicaciones en revistas indexadas, es una obligación. Cuando escribo poesía, es claro que la inspiración es muy diferente a cuando el escrito es de tipo técnico profesional, pero la razón es la misma, es un deber social y personal. Hay que decir lo que hay que decir, sin importar mucho la opin